“la obsesión por la superficie es el tema de mi música. En este sentido, mis composiciones no son realmente composiciones. Se deberían de llamar lienzos temporales, lienzos que lleno más o menos con tinta musical” De esta forma sintetizaba su música el compositor Morton Feldman (1926- 1987).
El panorama actual musical, abarcando el término musical por entero, es tan insípido como irrisorio. En estos momentos no hay cabida para una contemplación, ya sea visual o auditiva. Se ha radicalizado la eliminación de un tempo lento, pausado, y no hablemos del estatismo, percepción plenamente erradicada por el bien del ambiente anti-cultural reinante en la época actual. La fugacidad se ha impuesto con gran facilidad, y es lo que nos inspira al comunicar (entendiendo la comunicación como un acto bidireccional, proyección y percepción). Los oyentes de música clásica parecen no ser conscientes que recrean una atmósfera de 250 años de antigüedad. No obstante reafirman su condición altiva de conocer a los grandes compositores de la música, olvidando el siglo XX.
Es de risa cuando en tu equipo de música no apto para estas obras, introduces “For Samuel Beckett” de Feldman o “Déserts” de Varese, y te miran atónitos cual si de Júpiter aterrizases y asimilan las obras a gritos de cerdos agonizando.
Al igual que los adolescentes escuchan Heavy Metal y un supuesto rock “trasgresor” para desviarse del camino idóneo que sus ejemplos paternos imponen y siguen. Esta música genera el mismo sentido… resulta insoportable tanto a jóvenes como a adultos poco habituados a la contemplación, es el más radical constituyente para romper con la tradición auditiva.
Ruego no buscar introducciones, ni principios, desarrollos y finales en obras mal denominadas “contemporáneas”, no encontrarán nada, salvo dejarse flotar, no parecer entrar en cualquier dirección, desubicación extrema, sin conocer que estamos totalmente introducidos en una trama cuya dialéctica está perfectamente prediseñada.
True Detective.
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Resecos los ojos de no querer pestañear mientras te adentras en *True
Detective. Antología de lecturas no obligatorias*. Esperan otros quehaceres
pero que...
Hace 10 años
3 comentarios:
Como no termino de ver la música como un medio de diálogo y/o comunicación... interpreto q el oyente sólamente busca oirse a si mismo, escondido entre notas musicales de alto rango o en simples composiciones ayudadas de un fuerte marketing. Si la música es un encuentro sonoro con nosotros mismos, la atmósfera del oyente no es más q un espejo humano.
La música, al ser creación humana a partir de un o más individuos, es una forma de comunicación, no por ello narra algo, pero sí comunica ya sea un estado, una sensación o algo diferente. El creador requiere conocimientos para crear motivaciones y consecuencias a partir de su obra. Al igual que un pintor, un cineasta, un escultor...
La atmósfera creada es la que dirigida por el creador o los ejecutantes de la música, sumerja al oyente.
Si la música es en esencia comunicación unidireccional, Motivadora de percepciones que el oyente experimentará dependiendo en gran medida de su capacidad sensitiva y según los filtros y esquemas que utilice para descodificar el mensaje,...de una misma pieza nacerán infinitas interpretaciones...esa es la grandeza de la composición. No obstante, dicha grandeza se torna en miseria, cuando no existen multitud de formas, de oidos diferentes,cuando es una masa ingente de "orejas" sordas que buscan "Ruido" y no aprecian el Silencio, la cadencia, el preludio...Oyen como sienten, y sienten como viven: Miran al horizonte y no ven nada, desean tenerlo todo delante, agolpado en las narices, saturando el espacio y destruyendo el vacío..."horror Vacui"...Ante una sociedad mediatizada, ¿Quién es el guapo que se aventura a ubicar su música en el mercado? No queda sitio para eso...saturación..."Horror al vacío"
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