viernes, junio 06, 2008

no sabemos nada más que marearnos.

Demos vueltas... demos vueltas...

Al fin y al cabo la política cae en los mismos circulos viciosos para no marearse.

El mareo induce hacia una sensación de desmayo, sentirse inestable, perder el equilibrio o la sensación de que uno mismo o el espacio están girando o moviéndose.

Es decir... Yo me quedo quieto para que todo gire. O que todo gire cuando yo me quede quieto.

La función democrática de la izquierda: Nos estamos quietos también para que parezca que estamos en movimiento.

Que bien va todo.

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