Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne; supongo que el proceso está en el recuerdo de todos y que no se necesitan mayores explicaciones sobre mi persona…
Así de contundente comienza “El túnel” de Ernesto Sábato, un libro que terminé hace varias semanas pero que no he tenido tiempo para comentar.
Un rotundo y lapidario discurso de alguien que se introduce en un mar desasosegante que le conduce a un estado prácticamente ezquizoide hasta llegar el principio, a ese párrafo donde todo comienza.
…En un planeta minúsculo , que corre hacia la nada desde millones de años, nacemos en medio de dolores, crecemos, luchamos, nos enfermamos, sufrimos, hacemos sufrir, gritamos, morimos, mueren y otros están naciendo a empezar la comedia inútil”…
Qué alegato más categórico suelta Sábato en boca de su personaje Juan Pablo nada más comenzar el deleite de la lectura…
… En general, la humanidad me pareció siempre detestable. No tengo inconveniente en manifestar que a veces me impedía comer en todo el día o me impedía pintar durante una semana el haber observado un rasgo; es increíble hasta qué punto la codicia, la envidia, la petulancia, la grosería, la avidez y en general todo ese conjunto de atributos que forman la condición humana pueden verse en una cara, en una manera de caminar, en una mirada…
Con un tono kafkiano el personaje deja vislumbrar su carácter enfermizo.
… Miraba por la ventanilla, mientras el tren corría hacia Buenos Aires. Pasamos cerca de un rancho; una mujer, debajo del alero, miró al tren. SE me ocurrió un pensamiento estúpido: “A esta mujer la veo por primera y última vez. No la volveré a ver en mi vida”. Mi pensamiento flotaba como un corcho en un río desconocido. Siguió por un momento flotando cerca de esa mujer bajo el alero. ¿qué me importaba esa mujer? Pero no podía dejar de pensar que había existido un instante para mí y que nunca más volvería a existir…
Sábato acercándose a ese pensamiento dual, tan cercano a Pessoa. Qué goce es el viaje huidizo que provoca al protagonista de la historia nutrir su odio hacia María Iribarne…
Gracias Rafa, sin duda, un perfecto regalo.
Aquí hallando un allí.
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