Una de las contradicciones más sobresalientes y coercitivas es la que se da entre el biotiempo y el tiempo de calendario.
El biotiempo subjetivo es tiempo biológico, determinado por la edad, y no tiempo de calendario, determinado por la fecha. Y es éste el que al imponer sus ritos de calendario ejerce violencia simbólica contra el individuo. Entre los ritos de calendario de la sociedad industrial desarrollada se cuentan los tiempos de vacaciones, grandes y pequeñas, los tiempos fijos y ritualizados del trabajo, las fijaciones calendarias de la edad por el Estado (edad escolar, adulta, de jubilación,etc.) y otras. Así, el tiempo ritualizado de trabajo clasifica a la población en cuatro grupos:
1) los niños que aún no están incluidos en el rito del trabajo;
2) los grandes grupos de empleados, con ritmo de trabajo fundamentalmente industrial;
3) los veteranos que han salido ya del ritmo de trabajo;
4) los grupos marginados de los parados.
(Vicente Romano, El dominio del Tiempo)
Participar o no participar en el rito del trabajo es también una cuestión de validez, y no sólo de garantía material de la existencia. El parado es un inútil, un inválido social. Es su privación, su aislamiento, la que resulta insoportable. Su subjetividad no puede renovarse en las comunicaciones específicas del trabajo. Las cuatro paredes de su cubil pierden su relación temporal con el afuera determinado por otros. La consecuencia es desorientación, inseguridad, angustia y regresión.
1 comentario:
Come cosa real por dentro...
Publicar un comentario