El férreo sustento de todo dogmatismo público es vivir adoptando una posición que obstaculiza visiones alternativas hacia un contexto diversificado al que se enfrenta el individuo cotidianamente. Por tanto, la fe y otros dogmas como el liberalismo político requieren una oclusión que requiere una eliminación, por una parte, concienciada y consensuada, de información, para después, cuando pierde el silogismo de la realidad, convertirse en una acción irracional e individual, cuyo fruto es la limitación de captación de medios informativos, viéndolos como erróneas incluso capitulándolas como comedías de bufón.
Esta dicotomía entre acción consensuada y acción individual del individuo dogmático, evidencia los diversos mecanismos de desvío intencionado de la realidad y de falsificación como medios expresivos.
Normalmente al utilizar estos mecanismos como medios puramente psicológicos incluso llegando a lo factual, y por tanto “reales” (bajo una mirada referencial), el hecho tiende a ofrecer un resultado cercano a la obviedad de lo desviado.
En el paso de ambas acciones hay por tanto una desreferencialización de lo real, creando así una serie de universos virtuales que actúan simultáneamente o contrariamente a los universos reales. Esto indica que la función principal del discurso del dogmático es otorgar a la imagen de lo real el poder de reconstrucción de una realidad o simulación de realidad, basándose en códigos extraídos de los mismos discurso informativos. Todo esto puede inducir al engaño al individuo con lo que los semiólogos llaman confusión de géneros, pues atribuye a una ficción la condición de documento auténtico.
No obstante en todo momento del discurso informativo existe la evidencia de la naturaleza ficcional de la pieza, por mucho que participen de las estrategias de verificación de la noticia. Lo intradiegético y lo extradiegético funcionan de manera correcta para difundir destrezas que incluyen en la funcionalidad a los individuos que recorren esta linealidad de pensamiento.
En relación con todo esto puedo concluir que el dogmatismo informativo del individuo puede redefinirse como una pérdida consensuada entre el medio y el individuo que genera unos flujos unidireccionales hacia sí mismo que reflejan la falta de motivación de buscar lo evidente y real.
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