Ante la inmensidad del océano que representó el fin del mundo durante muchos siglos, la noto, entre el aire difícil que corre, con el amor de saber que también yo debo estar así.
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¡Qué lágrimas lloraron los que obtuvieron, qué lágrimas perdieron los que consiguieron!... ¡Cuántos somos! ¡Cuántos nos engañamos! ¡Qué mares suenan en nosotros, en la noche de ser nosotros, por las playas que nos sentimos en los encharcamientos de la emoción! Lo que se ha perdido, lo que se debería haber perdido, lo que se ha conseguido y ha satisfecho por error, lo que amamos y perdimos y, después de perderlo, vimos, amándolo por haberlo tenido, que no lo habíamos amado; lo que creíamos que pensábamos cuando sentíamos; lo que era un recuerdo y creíamos que era una emoción; y el mar en todo, llegando allá, rumoroso y fresco, del gran fondo de toda la noche, a agitarse fino en la playa, en el decurso nocturno de nuestro paseo a la orilla del mar...
¿Quien sabe siquiera lo que piensa, o lo que desea? ¿Quién sabe lo que es para sí mismo?
Fernando Pessoa
1 comentario:
no me puedo creer esta foto... supongo que no mientes en que es tuya la autoría... pero es preciosa.¿quién es ella? ¿No será? ¿tu? jejeje
arriba mi niño!
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