martes, febrero 21, 2006

AL VOLANTE

Al volante del Chevrolet por la carretera de Cintra.
A la luz de la luna y del sueño en la carretera desierta,
Manejos solitario, manejo casi despacio y un poco.
parece, o me esfuerzo un poco para que me lo parezca.
Que sigo por otra carretera, por otro sueño, por otro mundo.


Que sigo sin haber dejado Lisboa o sin tener que llegar a la Cintra.
Que sigo ¡y qué más haría sino seguir y no parar y seguir?

Voy a pasar la noche en Cintra para no pasarla en Lisboa.
Cuando llegue a Cintra sentiré pena por no haberme quedado
en Lisboa.
Siempre esta inquietud sin propósito, inconexa, sin resultado.
Siempre, siempre, siempre.
Esta angustia desorbitada del espíritu por ninguna cosa.
En el camino de Cintra, en el camino del sueño, en la carretera
de la vida...

El automóvil que hace poco parecía darme libertad.
Es ahora una cosa que me encierra.
Algo que sólo puedo manejar si me tiene encerrado.
Algo que sólo domino si en él me incluyo y él n mi se incluye.

Atrás, a la izquierda, la modesta casucha, menos que modesta.
Qué feliz debe ser ahí la vida; sólo porque no es la mía.
Si alguien me vio desde la ventana, pensará: aquél sí que es feliz.

Tal vez para la muchacha que ha mirado, al oír el motor, por la
ventana de la cocina, sobre el piso de tierra.
Soy algo de ese príncipe que duerme en todo corazón de muchacha,
Y ella quizá me ha mirado a hurtadillas, tras los vidrios,
hasta que me perdí en la curva.
¿Dejo sueños tras de mí o es el auto el que los deja?

En la carretera de Cintra, al claro de luna, en la tristeza, entre los
campos y la noche.
Manejando el automóvil prestado con desconsuelo.
Me pierdo en la carretera futura, me disuelvo en la distancia que
alcanzo...
Pero mi corazón se quedó en el montón de piedras, esquivado al
verlo sin verlo.
En el montón de piedras a la puerta de la casucha.
Mi corazón vacío.
Mi corazón insatisfecho.
Mi corazón más humano que yo, más exacto que la vida.

En la carretera de Cintra, cerca de media noche, al claro de luna,
al volante.
En la carretera de Cintra, qué cansancio de mi propia imaginación.
En la carretera de Cintra, cada vez más cerca de Cintra.
En la carretera de Cintra, cada vez menos cerca de mí.

Fernando Pessoa

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